Arquitecto:Vicente Martínez Gadea / Promotor:Talleres V. Martínez Gadea, S.L. / Constructor:Talleres V. Martínez Gadea, S.L. / Colaborador:Cristina Rodrigo de la Casa - Chelete Monereo - Toni Ouro Martí
De octubre de 2009 a enero de 2010 se mostró al público, en la Iglesia de San Esteban, la figura de Alfonso X y la cultura de su tiempo. La primera dificultad fue contar con un local adecuado. Desgraciadamente, Murcia no cuenta con una sala grande de exposiciones con iluminación, climatización, seguridad, etc. para entrar y montar.
Estudiado el contenido se propuso adaptar el espacio céntrico, alto y diáfano de la nave de la iglesia de San Esteban.
Creada la caja, el siguiente paso fue desestimar la obligatoriedad museística de disponer un circuito único para la visita. No era sólo un problema espacial. La habitual rutina de piezas a derecha e izquierda, en un camino laberíntico para conseguir longitud suficiente, puede ser explicable cuando el hilo cronológico es fundamental, pero Alfonso X se dividía en apartados (La Música, la Historia, las Leyes, Murcia, la Virgen, la Iglesia, la Astronomía, los Juegos¿) que correspondían a intereses del monarca yuxtapuestos en el tiempo.
Parecía más adecuado que el visitante pudiera, al entrar y de un vistazo, entender que estaba ante una personalidad universal, compleja y fascinante: realmente el primer europeo, un adelantado al hombre del Renacimiento. Así, el espacio disponible, con una nave central y el aprovechamiento de las capillas laterales y del coro se fue acomodando para ordenar cada asunto a un local, todos vinculados al mismo centro.
Sobre el dintel de entrada a cada capilla se dispuso, con letras caladas retroiluminadas, el título de cada apartado con un sumario explicativo. Recurso que permitía la orientación al visitante desprovisto de circuito obligatorio, pero además constituía la única iluminación de la sala lo que facilitó mantener un techo limpio de luminarias, disponer de un espacio sin brillos ni reflejos y controlar muy bien los diversos niveles de iluminación independiente exigidos para cada una de las piezas.
El forro interior autoportante que se colocó dentro de la iglesia estaba aislado de su fábrica, de manera que el espesor requerido para su estabilidad, permitió alojar todas las redes de electricidad, alumbrado, climatización, seguridad, datos, sonido, etc., con un pasillo oculto de mantenimiento desde el que se cargaron las vitrinas empotradas (con el cristal biselado y enrasado para dar intensidad a las piezas). La exposición apareció así limpia, sin luminarias, con apenas algunas rejillas de climatización, sólo con los necesarios extintores a la vista y detectores camuflados.