Arquitecto:Atxu Amann Alcocer - Andrés Cánovas Alcaraz - Nicolás Maruri González de Mendoza / Promotor:Consorcio Turístico "Murcia Cruce de Caminos" / Constructor:INTERSA / Arquitecto técnico:Rafael Checa / Colaborador:Patricia Lucas - María Mallo - Javier Gutierrez - Carlos Ríos - Antonio Rodríguez - Ana López - Mónica Molero
Este edificio es, sin duda, un parásito.
El edificio se sitúa en la ladera de mediodía del cerro de Monteagudo. Se constituye como la primera fase de un proyecto que debe mejorar los accesos al castillo de Monteagudo, rehabilitando éste para convertirlo en un lugar visitable y fundamentalmente seguro.
La ladera del monte es un territorio ocupado históricamente desde la prehistoria y con restos de estructuras materiales desde el mundo argárico hasta nuestros días, pasando por la civilización romana y la árabe.
En particular en el emplazamiento elegido para el Centro de Visitantes se encuentra un poblado argárico en un buen estado de conservación y un yacimiento romano. En el emplazamiento se sitúa también la ermita de San Cayetano. Lo que le otorga un cierto carácter.
El edificio propuesto tiende a adaptarse a las múltiples condiciones de contorno, dando respuesta a la conservación de los restos y también consolidando el lugar desde un punto de vista formal y dimensional; poniendo especial atención a la integración en la ladera del monte y en su visión desde el castillo.
El edificio es un recorrido y un parásito aferrado al monte.
Como recorrido, resuelve sus accesos mediante rampas que solucionan el problema de la accesibilidad y también la inserción volumétrica de la pieza en el entorno. Como parásito, se mimetiza en colores y formas y se cubre con una piel de caligrafía vegetal que tapiza la totalidad del edificio. Su planta baja tiene una vocación publica en el sentido de proyectarse abierta a los vecinos. Sus grandes muros de celosía metálica, a veces correderos, y habitaciones de hormigón construido con rudeza se presentan desnudos. Proporcionan cobijo y conexión con el exterior.
Es un lugar a la sombra.
En el piso superior se estructuran los usos relativos a las salas de exposiciones permanentes y temporales, es un lugar cerrado y vigilado, que solo se abre para mirar de manera controlada a las mejores vistas de la vega y el castillo.
El edificio es también entonces un mirador, una ventana que se convierte en vitrina y que enmarca piezas exteriores que deben
ser mostradas para ser aprehendidas.
El edificio se construye en su planta baja con pantallas estructurales de hormigón visto y cierres metálicos. En su remate superior se ejecuta con una estructura metálica que resuelve los grandes vuelos y se cierra con un panel de múltiples hojas que queda sellado con una impermeabilización en caliente; se remata finalmente con una piel de acero corten perforada, que actúa como la capa final de una fachada transventilada que retoma el viejo asunto del clima como contexto.