En la lonja de frutas uno de los módulos se adecua para cantina. Situado a mitad de la larga nave junto a los accesos, definido por una estructura de elementos prefabricados de hormigón armado, se dispone un pavimento de color que sale a recibir a la clientela, dentro se prolonga por la pared terminando en todo su ancho en un gran vidrio iluminado con imágenes frutales.
Los laterales se revisten con aplacado de mármol, jugando en dos tonalidades, relieves y zonas de colores iluminados. Unas lámparas esféricas suspendidas a media altura da escala al espacio vertical. El cierre a la calle interna queda resuelto en dos franjas de vidrios, la superior de color a modo de veladura sobre el conjunto. Se busca la frescura y colorido frutal.