Arquitecto:Atxu Amann - Andrés Cánovas - Nicolás Maruri / Promotor:Instituto de Vivienda y Suelo / Constructor:ACS / Arquitecto técnico:José Bautista / Colaborador:Diego García Setién - Alberto Sebastian - Adelino Moreira - Mercedes de Miguel
Este sitio es una sartén. Los lugareños lo solucionan protegiendo las ventanas, favoreciendo la ventilación y plantando unas agradables parras.
Sombra y fresco.
Lo normal, es hacer lo mismo, entender que la radicalidad en este tiempo de sobreactuación generalizada, se encuentra en la reflexión intelectual sobre lo cotidiano.
De ésta manera, todos los recursos analíticos empleados en el proyecto están destinados a comprender el modo de vida del lugar para de manera precisa utilizar las herramientas que la disciplina nos proporciona en mejorar las condiciones materiales de la vida cotidiana.
En otro sentido el proyecto admite estar condicionado por la representación urbana, niega el enunciado que se le propone y rechaza convertirse en una colección de adosados, esa especie de metástasis de la peor clase que acaba por uniformar nuestras ciudades con una marea de edificación de tendencia vernácula y consecuencias sociales devastadoras. Es el adosado esa edificación cuyo solo nombre nos devuelve a la realidad más ramplona de la profesión.
El proyecto se propone en este sentido, convertirse en un edificio de viviendas, en un conjunto edificado que pueda entenderse como una construcción compacta. Su envolvente actúa de forma totalizadora, le otorga unidad y a la vez actúa desde la diversidad de su concreción constructiva para ofrecer una imagen abstracta e inidentificable desde el tipo. Esta casa no es realmente una casa.
Su interior trae a la mente los recuerdos de las miradas veladas por las gasas de los balcones, revive el negro de las conversaciones pías bajo la sombra agradable del umbral y valora la brisa que recorre toda la casa, barriendo el calor pardo de las tardes de verano.
El espacio interior está preparado para convertirse en el sentido de Benjamín en ¿el palco del teatro del mundo¿. Preparado entonces para ser modificado por sus habitantes que con buen sentido harán propio lo que de privado tiene la vida. Harán del interior lo irrepetible, lo único, por mucho miedo que esto produzca a los arquitectos de uniforme, a los que creen en la forma antes que en la vida.
La vivienda es un racimo de situaciones deseosas de ser activadas, dobles alturas que actúan como chimeneas térmicas y focos de luz, salones que se confunden con patios cubiertos y otros al aire libre, cierres que se abren para hacer del espacio compartimentado lugar único, trampillas para que la poca brisa acaricie, puertas que no sólo abren y cierran, sino que acercan y dejan mirar, que se convierten en ventana y cancela... al servicio todo de la vida amable. De la vida tranquila, lenta e intensa que la buena vivienda en todas las épocas y lugares nos ha proporcionado, siempre tan lejos del hastío del ajo y las legañas.
Son esas imágenes, entre el sueño y la vigilia, las que más certeramente delatan nuestra común impotencia.