Premio 2003
CENTRO DE ACTIVIDADES RURALES . La Palma (Cartagena)
descripcion fotos
1nXrSsXpmT 4FWiPsqMsV PCHUu12iF6 LyhnBgIPaw UBnbYdEvBr KI5ExPHhDl cKaDYBTgZI sklWgJpvzF bDDCnp0kmu 8NPN4FA2zP ihkZmHpVbx DjNKVNSE8J YH8SD7RbeO
Arquitecto:Martín Lejarraga Azcarreta / Promotor:José Inglés Inglés
El contenido real de este proyecto es abierto y ambiguo, dejando claro, una vez más, que el arquitecto no es tanto aquél que construye, como aquél que crea las condiciones - construidas o no - para que se produzcan actividades humanas, en este caso en el campo de Cartagena, un territorio amplio, llano, sólo poblado por casas de labranza y balsas de acumulación de agua para riego, que, como pequeños lagos sobreelevados, tachonan el paisaje de manchas azules. 
Este espacio que nos envuelve se nos echa encima, y frente a un acercamiento al medio pasivo y estático, planteamos una intervención activa, que excita - estimula y expresa - el lugar, de manera que la propia tensión que generan los movimientos iniciales de percepción y relación es, en sí misma, la primera acción objetiva que genera una transformación de la realidad. Todo en el proyecto se propone bajo el signo de la simultaneidad, entendida, en una primera aproximación, como posición integradora, como mezcla, superposición y agregación de situaciones diversas que ocurren o se producen al mismo tiempo: el taller es a la vez la vivienda, la puerta es a la vez la ventana, el techo es a la vez el suelo, la balsa es a la vez la piscina, etc. 
Esta acción de simultanear tiene un carácter impreciso, ambiguo en su definición y en cuanto a la actitud que la produce, como de una falta de voluntad expresa, de un cierto descuido en su forma de concretarse. La plataforma de cubierta - una pequeña meseta elevada - se construye mediante un plano de hormigón que se excava, se levanta y se escalona, generando, mediante esos sencillos movimientos - como un ejercicio de papiroflexia -, toda una serie de acciones y de maneras de estar sobre ella, así como de modos de enfrentarse al paisaje, que se producen en combinaciones múltiples y simultáneas. La piscina que completa el programa de necesidades del centro se concreta en un vacío, una alberca formada por la propia plataforma al plegarse sobre el espacio del taller. El tratamiento último del conjunto de la cubierta debía corresponder a esa condición de elemento continuo plegado, activado y, al mismo tiempo, debía reconocer las diferentes situaciones que se establecen sobre la misma; el vaso central para el agua, la playa que lo rodea y las gradas del fondo oeste. 
La superficie general, desarrollada con planos pendienteados con diferentes orientaciones para tumbarse y producir la salida del agua de lluvia, se impermeabilizó con morteros de resina epoxi, con un acabado superficial de pintura de dos componentes de base poliuretano color RAL 9002, y textura ligeramente rugosa, antideslizante. Las gradas, hormigonadas en dos fases - losa estructural inferior y peldañeado superior, ambos macizos - se mantuvieron en hormigón, aplicádoles un tapaporos incoloro que mantenía la textura natural del acabado fratasado original, sin modificaciones de color o brillo. Una vez tomadas esas primeras decisiones, la siguiente pregunta era cómo introducir el color del agua, la sensación de vaso para el baño, de piscina, manteniendo la imagen de una sencilla alberca excavada de una pieza, sin que se alterara la continuidad del elemento generador de toda la cubierta. 
Hablé del asunto con Ángel (Charris); qué color introducir y de qué manera, sin que por ello perdiéramos esa condición inicial y al mismo tiempo produjéramos la sensación del azul y de los reflejos del agua tan característicos de las piscinas. Pintar el vaso completo, por acertado que fuera el color, no sería la solución, porque haría aparecer el vaso como un elemento extraño, encajado en la plataforma como algo ajeno a ella; Ángel y Gonzalo (Sicre) ya habían estado allí y sabían de lo que les hablaba. Ángel apuntó los trazados de líneas sueltas, los reflejos de agua de Hockney, y yo me permití coger la referencia al vuelo; ¿y si pintáramos las paredes de la alberca con los reflejos del agua? Ángel se puso a trabajar en el asunto inmediatamente, investigando todo tipo de trazados, estudiando las propias piscinas de Hockney y me envió varios correos con imágenes excitantes. Teníamos muchas dudas acerca de cuál de ellos sería el más acertado para producir ese efecto sobre el volumen paralepipédico de la balsa; si debían ser elementos en continuidad o sueltos, sobre la densidad de los trazados y su anchura, sobre la calidad material de los mismos encima de la pintura impermeabilizante aplicada en los planos ortogonales del vaso... En primer lugar resolvimos el color: un azul RAL 5012 que, combinado con el gris de fondo, produjera el efecto azulado, pero las dudas sobre los trazados nos acompañaron hasta el último momento. Ángel había producido más imágenes con alternativas geométricas muy complejas.
 Decidido el día de la acción sobre la balsa, y una vez en la obra, Ángel y Gonzalo decidieron improvisar, introduciendo unos trazos sueltos, ondulantes, que trabaran las caras de tres en tres, como alternativa a la continuidad sin fin de los mismos, que creyeron más adecuada para piscinas con formas curvas. Los dibujos de las líneas se marcaron con tizas de colores y se fueron corrigiendo para introducir en la trama los elementos ajenos a los planos, impulsores de agua, skimers, proyectores, etc. A continuación, con la ayuda de Ángela (Acedo) y de Pepe (Inglés), empezamos a pintar; la elección de anchura de brocha fue sencilla, y a la vista del dibujo real sobre los planos, optamos por una brocha de 45 mm. 
La calidad del trazado de pintura también se decidió una vez comprobado el resultado; frente a una ejecución con rodillo, repasado, se optó por brocha plana trabajando a una sola pasada, que producía una interesante imprecisión en su superficie, que encajaba con el tono general de la construcción, de un cierto descuido natural (a mi me recordaban los trazados de Mondrian, tan severamente imperfectos en su materialización final, y la vibración añadida que acompaña su visión más cercana). Sólo restaba ser ordenado en el recorrido por paredes y fondo, y la obra se resolvió en unas pocas horas. El día había amanecido nublado e incluso amenazaba lluvia, pero hacia media mañana, coincidiendo con el inicio de los trabajos, fue despejando y tuvimos el sol fuerte que permitía excavar de verdad el vaso en el campo circundante.
 Pudimos comprobar, al terminar, cómo todo se había teñido de azul, el vaso e incluso la plataforma en su zona central, diluyéndose el color hacia los bordes y fundiéndose con el cielo del horizonte. Ahora sólo falta llenar la piscina de agua. Habrá tiempo de ver el efecto poco a poco; el llenado debe de realizarse en varios días sucesivos, aumentando progresivamente el agua para evitar deformaciones bruscas de la estructura. 
Habíamos soñado ese paisaje muchas veces, lo habíamos visto incluso, y ahora, por fin, lo tenemos a nuestros pies.