El punto de partida es revitalizar un núcleo urbano a media
ladera en constante transformación intentando potenciar una relación estable
entre tradición y modernidad con pieles tersas y alternancia de grandes huecos
que se contraponen con el entorno en una constante renovación, enfrentándose a
la simetría tradicional que en la propuesta se disipa. En las plantas se pone de
manifiesto que la luz - tanto del núcleo de accesos como del patio central -
ordenan en vertical y horizontal el solar dividiendo en dos partes al edificio,
una arriba y otra abajo. La visión cruza a lo largo y ancho las dependencias no
privadas para incorporar la huerta a la vivienda. Situado en una zona de fuerte
topografía se ha concebido inacabado, escalonado y aterrazado el edificio porque
nos recuerda a las tipologías tradicionales de estos parajes.
Dos volúmenes
unidos con una pasarela de circulaciones fue la idea generadora del proyecto y
en perspectiva el resultado proyectual queda patente en la disyuntiva de un
único volumen partido. Atendiendo al entorno inmediato la diferencia de nivel
entre una fachada y otra permite situaciones de enclaustramiento,
sobreelevaciones y habitaciones rasantes y en las secciones se aprecia que una
cinta de luz junto al techo protegida con pavés ilumina los espacios vivideros
más profundos.
En la ladera del monte, las vistas hacia el castillo sugieren
grandes ventanales para incorporar su continuada presencia y así en los alzados
un mirador en la zona pública, un gran ventanal articulador y tres huecos
domésticos conforman las tres fachadas que definen el edificio. La fachada en
dos plantas, refleja la zona de estancia en la parte superior y la entrada de
carruajes y vehículos en la inferior, por lo que el lateral contiene la entrada
peatonal y la separación de los dos volúmenes.
La casa compuesta por huecos
recortados que horadan pieles blancas, manifiesta en su fachada posterior un
reflejo de la distribución interior.
En la calle en pendiente el ventanal
establece la nueva escala requerida como formando parte de la innovación
acostumbrada en los límites y bordes de un casco urbano diferenciado. La entrada
potencia el juego de elementos transparentes, translúcidos y opacos vislumbrando
las circulaciones con las opciones de paso que abarcan todo el espacio de la
vivienda y así que la escalera plegada, flota sobre la pasarela, el patio y la
calle generando una articulación que hace un cosido luminoso entre los dos
volúmenes.
El patio como chimenea de luz con sus diversas texturas hace
vivideras las piezas interiores de la casa provocando una pasarela que permite
la visión longitudinal desde los dormitorios hasta la huerta, mientras que la
luz penetra en el centro de la casa potenciando la idea de calle cubierta, dando
paso a las vistas sobre la huerta de Murcia que se incorpora a la casa
manifestando su valor permanente.
La cubierta remata al edificio con elementos
utilizables como terrazas, lavaderos y habitaciones de desahogo de la
casa.