REHABILITACIÓN/ADECUACIÓN DE LA ANTIGUA ESCUELA DE APRENDICES Y MUSEO NAVAL, PARA CENTRO UNIVERSITARIO ISEN
En 1926 se inauguró la antigua Escuela de Aprendices de Construcción Naval (posterior BAZAN). Edificio diseñado por el arquitecto Lorenzo Ros Costa. Se trata de un edificio triangular que distribuye sus 1.500 m2 en tres cuerpos, de una sola planta, entorno a un patio interior también triangular. En sus vértices (por cuestiones económicas sólo se materializaron dos de los tres vértices) se disponen las aulas principales. La docencia se impartió hasta mediados de la década de los ochenta, momento en que pasó a ser Museo Naval. Con el cambio de sede del museo en la segunda década del siglo XXI se inició un período de abandono hasta que la Fundación ISEN decidió rehabilitarlo (tras un acuerdo con el Ministerio de Defensa) para instalar su nueva sede en él. El mayor reto fue duplicar su superficie ya que las necesidades de su nuevo usuario requería de unos 3.000 m2 para hacer viable la operación. Al estar el edificio catalogado con grado 2, no se podía alterar su volumen, altura o estructura, factores que hacían imposible ampliar una planta más por elevación. Como no podía crecer hacia arriba, lo debía hacer hacia abajo. Así que la ampliación se realizó vaciando el terreno bajo el actual edificio, unos 4.50 m de profundidad, lo que permitió la construcción de un semisótano, que en realidad es exterior ya que la cota del patio también se rebajó hasta el nivel del nuevo suelo.
La rehabilitación consistió en mantener todos sus elementos originales: muros de carga de fachadas, disposición de huecos, carpintería interior y exterior original de madera, cubiertas, tejas, sin variar su composición estética respetando el proyecto de Lorenzo Ros. Si bien mejoramos su aspecto, ya que por primera vez en sus 90 años de historia, el edificio ha completado por fin el anillo triangular tal como lo ideó el arquitecto, al cerrar el tercer vértice que nunca llegó a ejecutarse.
La restauración de la fachada deparó una agradable sorpresa al aparecer un bello mural cerámico que se creía desaparecido. Nada costó convencer al promotor que debía ser restaurado y puesto en valor.
Tras su rehabilitación respetuosa aunque atrevida, se recupera un edificio histórico para el uso del ciudadano, concitándose una circunstancia poco habitual en el patrimonio, que el edificio rehabilitado recupere el uso primigenio, en este caso, el docente.